Rezar es glorificar la infinita bondad de Dios, es poner en acción su divina misericordia, es regocijar, dilatar el amor de Dios para con sus criaturas, porque orar es llenar uno de los requisitos exigidos por Dios para conceder sus favores.
La oración es, pues, la mayor glorificación de Dios por el hombre.
La oración es la mayor virtud del hombre: la que las comprende todas, porque todas las demás la preparan y la forman; es la fe que cree, la esperanza que suplica, la caridad que pide para dar, la humildad de corazón que la forma, la confianza que la expresa, la perseverancia que triunfa del mismo Dios.